Otra pasaje maravilloso sobre historia de la ciencia de “La partícula divina”. Incidiendo como no podía ser de otra forma en este libro en la parte práctica y de implementación del experimento.
Galileo estudió el el plano inclinado y comó caían bolas en él, pero se topó con un gran problema, no tenían relojes para ver el tiempo que tarda las bolas en recorrer el plano inclinado.
Ahora bien, necesitaba algo que midiese los tiempos durante el descenso. La visita de Galileo al centro comercial de la localidad para comprar un cronómetro falló; faltaban todavía trecientos años para que se inventase. Aquí es donde la educación que le impartió su padre entró en juego. Recordad que Vincenzo refinó el oído de Galileo para los tiempos musicales. Una marcha, por ejemplo, debe marcar un teimpo cada medio segundo. Con ese compás un músico competente, y Galileo lo era, puede detectar un error de alrededor de un sesenta y cuatroavo de segundo.
Galileo, perdido en un mundo sin relojes, decidió hacer de su plano inclinado una especie de instrumento musical. Dispuso a través del plano una serie de cuerdas de laúd, a intervalos. Así, al dejar caer una bola por la pendiente sonba un clic cada vez qué pasaba sobre una cuerda. Galielo las fue corriendo hacia ariba y hacia abajo hasta que su oído percibió una sucesión de clics constante. Tocaba al alúd una marcha; dejaba caer la bola en un tiempo, y una vez estaban las cuerdas puestas adecuadamente, la bola pasaba por cada cuerda de laúd coincidiedno justo con lo stiempos sucesivos de la pieza, separados entre sí medio segundo. Cuando Galileo midió los espacios entre las cuerdas -mirabile dictu!-, halló que pendiente abajo crecían geométricamente. En otras palabras, la distancia que había desde el punto de arranque hasta la segunda cuerda era cuatro veces la que había del arranque a la primera cuerda. La distancia desde el principio hasta la tercera cuerda era nueve veces el primer intervalo; la cuerta cuerda etaba dieciséis veces más abajo que la primera; y así sucesivamente, aun cuando cada hueco entre las cuerdas representaba siempre medio segundo. (Las razones de los intervalos, 1 a 4 a 9 a 16, pueden también expresarse como cuadrados 1², 2², 3², 4², y así sucesivamente.)
Su solución además de ingeniosa es una mezcla interdisciplinar, que muestra como aprovechar nuestros conocimientos en otros ámbitos.